3 feb 2009

LA CULTURA DEL DESIERTO

La desertificación actual padecida por Mauritania es un fenómeno muy antiguo. Las investigaciones paleo-climatológicas justifican esta realidad. Desde el primer milenio de nuestra era los paisajes del centro y norte de Mauritania son ya sensiblemente parecidos a los de nuestros días. A partir del siglo VIII, las descripciones de este desierto comienzan a aparecer en los escritos de algunos geógrafos árabes. Dos de ellos, Ibn Hawqal y al-Bakri, nos han legado un testimonio excepcional del Sahara occidental en aquel tiempo. A fines del siglo X, Ibn Hawqal llegó hasta los confines saharianos y muy probablemente visitó Sigilmasa, capital septerional de comercio sahariano y nos describe el movimiento comercial.
A-Bakri, el historiador andalusí, en posesión de informaciones muy abundantes y detalladas, describe pormenorizadamente no sólo los confines magrebíes del Sahara occidental, sino asimismo, las tribus beréberes de la confederación Sanhaja que, según parece, nomadeaban desde hacía varios siglos entre el Wad Dra y el Bilad al-Sudan. Al-bakri describe también la situación a mediados del siglo XI de los estados del área sudanesa, entre ellos el célebre imperio de Ghana, testigo de los primeros éxitos de los almorávides. El geógrafo andalusí no llegará a advertir la importancia del movimiento reformador, los nómadas de Sanhaja, de origen bereber son tribus de Gdala, Mesura y Lamtuna. Sus jefes participaban en el gran comercio sahariano, transportaban esclavos, oro, sal y cereales y otros productos y ofrecían la protección a las caravanas que atreversaban el desierto.
Esta vida nómada que acabamos de describir supuso el origen de la intensa actividad intelectual que, lo largo de los últimos siglos, tuvo lugar en el Sahara occidental y que dio lugar a los innumerables hombres de letras que ha albergado el Sahara occidental y que con virtud se han consagrado a la formación literaria, lingüística, histórica y teológica de sus estudiantes.
Posteriormente, en el sigloXV, el célebre viajero árabe Ibn Batuta nos presenta un mundo sahariano estrechamente ligado al Magreb oriental, pese a los saharianos benimerines que mantenían relaciones económicas más intensas con los reyes de Malí. Asimismo, visitó Walata, que en aquel tiempo estaba llena de mezquitas y Mahadras.
Así, retornando a una tradición secular en el interior de la Jaima o en ciertas casas de las ciudades históricas de Mauritania, fueron acumulándose poco a poco centenares de libros manuscritos e impresos, bases del conocimiento y colecciones de textos de referencia de estos letrados.
De este modo reformaron innumerables depósitos de manuscritos y obras antiguas. Las indicaciones de que dispone sobre la difusión de las ciencias árabo-musulmanas en Mauritania con anterioridad al siglo XVII son escasas. Podemos imaginar, sin embargo, que esta difusión debió de iniciarse paralelamente a la islamización del país a partir del siglo XI.
La existencia durante el Siglo XI de «depositarios del saber» en el imperio de Gana y de «maestros del Corazón» en Awdagost, señalada por al-Bakri, evidencia que la difusión de estas ciencias literarias y religiosas en el Sahara occidental comienza antes de la llegada de los primeros grandes letrados, «los maestros del país», que fueron Abd Allahi Ibn Yasin, al-Imimam al-hadrami e Ibrahim al-amawi.
La llegada un siglo más tarde de los fundadores de las primeros Mahadir, como el Sharif Abd al-Mumin y Yahya Otman, discípulos ambos del célebre sabio malikí al-kadi Iyyad, señala claramente el inicio de las grandes escuelas basadas en el estudio de los textos sagrados y el conocimiento del derecho y la literatura árabe.
Los emiratos creados a fines del siglo XVIII, los vencidos, consagrándose a la literatura y a los estudios religiosos, adquieren una erudición expcional y confieren a Mauritania el prestigio de sus sabios y maestros, junto con la riqueza incomparable de sus bibliotecas.
Florece así desde el siglo XVIII un mundo de vida nómada del cual el autor de al-Wasi destacará la jerarquía de valores, la importancia de la literatura árabe y la fama de sus letrados y jurisconsultazos tanto en el Magreb como en el Machrik.
Durante el siglo XIV se disepensaban regularmente en Walata las enseñanzas del Vikh y el Corán. En esta misma ciudad vinieron a refugiarse, un siglo más tarde, los letrados y jurisconsultos de Tumbuctú, perseguidos por el soberano de Songay: se convirto de esta manera en uno de los polos de la enseñanza coránica en el ambito mauritano-sudanés.
Nos encontramos ya, sin duda, en pleno periodo de desarrollo de las Mahadras del desierto. Así que las primeras Mahadras se establecieron en las antiguos centros históricos (Walata, Tichit, Wadán, Chingueti). Del nombre de Chingueti se derivó el nombre antiguo de Mauritania (Bilad Chinguit), como mencionó Ahmed Ibn al-Amin en su libro al-Wasit: «En el prinicipio,Chinguiti, designaba sólo una ciudad de Adrar... Con el tiempo, este nombre acabó denominando a todo el país» Hubo relaciones culturales entre los sabios de Ezwaya y los eruditos de los grandes cuidades de Oriente y occidente (Fez, Marrakech, Alejandría, El Cairo o La Meca y Medina). Se importaron manuscritos, libros de diferentes lugares, etc.
Los tribus de Ezwaya tuvieron gran prestigio por la belleza de sus escritura y la profundidad de sus conocimientos que, a cambio de una tentadora recompensa, aceptaban el encargo de realizar las copias solicitadas; encuadernaciones y tapas corrían a cargo de artesanos.
Los sabios mauritanos iluminaron el mundo musulmán y su erudición enciclopédica, les llevó a ocupar las cátedras de ciencias religiosas y lengua árabe del Oriente medio y los santos lugares.
Esta cultura escrita, asombrosamente desarrollada y mantenida por una sociedad de pastores, fue obra de los Zwaya que presentan hoy un tercio de los Moros existentes en Mauritania. Sus valores supremos son la piedad y la ciencia, su especialización en los asuntos de la religion se traduce por el monopolio casi excusivo que detentan de la enseñanza tradicional en árabe.
En cuanto a los Zwaya, escribe Ahmed Ibn-Al-amin en su libro Al-Wasit: “No se encuentra ningún hombre o mujer que no sepa leer o escribir y cuando esto llega a ocurrir en alguna tribu de Zwaya, sólo se trata de un fenómeno raro que no afecta a mas de 1% de sus miembros”.
Desde los fines del siglo XVII , Mauritania vive un verdadero renacimiento cultural, cuyo apogeo tendrá lugar durante los siglos siguientes. Así, el país llegará a ser conocido como el del «millón poetas».Consiguieron fama muy considerable donde viajaron, llevaron el lema de la ciencia y la sabiduría. En esta época desatacó Mohamed Mahmoud Ould Etlamid, Wel Mayaba, Abe Wel Ejtour, Lemgeydri Wel Habbala…

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