21 ene 2009

¡CÁLLATE!

Nuestra aldea era una aldea apacible, situada sobre una meseta desde la que se ve el mar y la gente se quería en ella. Mi padre era un pescador hábil y volvía por la tarde a distribuir a sus vecinos el pescado. Mi madre era la dueña de un taller de sastrería y los clientes eran muchos a la puerta de su fábrica. A ella la conocían por su sinceridad, imparcialidad y fidelidad en el trabajo. Hacía sus deberes domésticos perfectamente, y sobre todo me mantenía y me cuidaba. Cuando lloraba o hablaba me decía “cállate” y me señalaba con el dedo sobre los labios si estábamos solos o si estábamos con mi abuela, que me contaba cuentos.
Todo era así, hasta que me mandaron a la escuela de la aldea. Desde que entré por la puerta de la clase, el maestro dijo a sus alumnos “cállense”. Después de un instante repitió esa palabra. Luego entendí que él quería que nosotros escuchásemos y comprendiéramos n la lección.
Cuando crecí pude a asistir al comité de los hombres en nuestra humilde casa. Mi abuela me dijo: "No hables antes de que se te permita el habla". También mi padre me dijo: "Mi hijo, cállate en las reuniones, en las costumbres de nuestra sociedad el menor no habla al lado del mayor". Después entendí que mi padre me dirigía hacia la cortesía.
Un día en la aldea muy claro y con un sol resplandeciente, repentinamente la gente dividió en dos partes: unos pusieron sus orejas en la radio y los otros se sentaron ante la televisión. Todos repetían “¡última hora, última hora!”. Yo pregunté con curiosidad: ¿qué ha pasado? Uno de ellos me respondió: "¡no eres de este mundo!: Israel en estos momentos bombardea Gaza desde el aire, el mar y la la tierra. Yo pregunté: "¿cuál ha sido el primer resultado?" Me contestó que unos cientos de muertos y heridos. Me volví a mi madre y le pregunté: "¿por qué no les dices a ellos “cállense"?
-¿Dónde está mi padre?
-¿Dónde está el maestro?
-¿por que no les dicen a ellos “cállense”?
Ella me dijo que desde hace sesenta años los israelíes practican la agresión sobre la tierra palestina y que los problemas de la dispersión comenzaron. Su intención era aniquilar a los palestinos o que los palestinos cedan sus derechos a la patria.
Los israelíes saltean el pueblo palestino, resistente, para pintar durante toda ésta época un cuadro de sufrimiento perpetuo. Un cuadro opaco, de oscuridad en el pueblo palestino, puesto que hay millones de vagabundos, miles de mártires y heridos, cientos de aldeas y municipios barridos. El aspecto penoso continua repitiéndose ante la vista y el oído del mundo, y nadie hace algo para arreglar y remediar la lesión.
-Mi madre, ¿dónde están los árabes?
-Cállate, mi hijo, Kamal murió y Sadam lo mataron.
-¿Dónde están los musulmanes?
-Cállate...otra vez! Saladino ha muerto hace tiempo.
-¿Este crimen no levanta los celos de los pueblos islámicos, cristianos y judíos?, ¿dónde están los pacificistas?
-¿Dónde están las vanguardias de liberación, como Gandi, Ché Guevara, Arafat y Mandela?, ¿dónde están todos mi madre?
-Todos mueren y Mandela vuelve a su litera. ¿cómo?

La información no llega al mundo, hay la lengua esperanto y el lenguaje de sordos. Las noticias llegan al oriente y al oeste de la tierra.
-¿Dónde están, pues, las organizaciones de los derechos humanos?, ¿qué ven los niños, las mujeres y los viejos? El infierno les derrama y nadie contesta a sus gritos. No pueden suspender la hemorragia de este pueblo.
No somos musulmanes o cristianos o judíos. Somos humanos, no aceptamos que se pisotee nuestra dignidad y gritamos a su cara. El tiempo se acerca al grito de la libertad en la noche del silencio oscuro y romperemos la atadura tirana.

ABIDINE

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