17 ene 2009

UN PUEBLO, UNA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES


Cuando miro a Mauritania, veo muchas riquezas en todas las partes. La belleza de la diversidad cultural. Si los mauritanos hubiesen elegido casar las culturas, integrar la juventud en el correo de decisión, respetar sus gustos, dejarlos elegir lo que quieren, todo sería diferente de lo que conocemos hoy. Pero las relaciones entre las diferentes culturas mauritanas son frías. Porque cada uno cree que es el mejor. Pero lo que no hemos comprendido hasta ahora es que cada uno es un miembro del equipaje y sirve para algo y ambos tienen tanto derechos como deberes.
Además de este riqueza, Mauritania tiene muchos recursos: desde el pescado al hierro, pasando por el cobre y otras riquezas que yo no contaré. La parte sur del país atravestado por el Rio Senegal podría conducir a diversos cultivos, si los medios necesarios se pusieran a la disposición de los cultivadores. Pero lo más importante no es tener muchos recursos sino tener hombres dignos para conducirlos al bien. Y los problemas de Mauritania vienen de esto. Los que han dirigido Mauritania desde la independancia hasta hoy en día no piensan en ningún caso en hacer algo por Mauritania sino robar las riquezas del país. Porque cada uno de ellos no ha pensado en ser patriota y desarrollar su patria sino en ser rico y poderoso para dominar a los otros; y no piensan si Mauritania se desarrolla, si será el espejo de los otros pueblos y más honorable.
Por supuesto esta situación viene también de la población, a la cual no le importa nada, una población que desde la antigüedad sólo piensa en sobrevivir. Pero la historia ha mostrado que para que una civilización emerga otra tiene que desaparecer.
Ahora la gente está cansada de estar dirigida por los dictadores y de que cada 3 ó 4 años haya un golpe de estado o más (10 golpes de estado desde la independencia). La gente está cansada de estos militares que utilizan la opinión para fines personales, queremos que nos dejen elegir nuestro destino y no que cualquiera que llegue intervenga en él.
La juventud es la más adecuada y mejor colocada para tomar el poder y romper con las costumbres de nuestros dirigentes. La juventud es lo contrario del poder, porque lo que quiere la juventud es la libertad de expresión y de espíritu; acercarse a los otros e intentar comprenderlos. Porque su facultad de juzgar, de critircar, es algo terrible para los ancianos y eso es lo que generalemente distingue la juventud de las otras edades. Es que cuando la juventud quiere algo, todos los medios son buenos para obtenerlo y los estudiantes son los primeros concernidos.
Desde hace siglos el hombre es un lobo para el hombre, lo que significa que el hombre más poderoso es el dictador de los demás. Pero desde aquel tiempo han pasado ya mucho tiempo. Ahora estamos en el siglo XXI, el siglo de las nuevas tecnologías, un siglo en que el hombre debe dominar la naturaleza y vivir en armonía con ella. Pero no dominar al hombre y vivir en odio con él. Es verdad que los errores son propios de los hombres, pero debemos servirnos de este hecho para no repetir los errores. Porque un hombre enterado vale más que dos.
Entonces la juventud está llamanda a llevar a cabo esta labor en contra del poder dominante. para lograr la libertad de pensar por sí misma, sin depender del pensamiento de los otros (los dirigentes de hoy); porque es nuestro derecho rechazar a los que intentan privarnos de este derecho. O tenemos que cogerlo por la fuerza, tenemos que tomar la cita: " en África, la sociedad piensa, entonces existe". Y esto es una misión de la juventud, "los niños de hoy son los intelectuales de mañana"; si nuestros padres no piensan, tenemos que pensar en su lugar, tenemos que sensibilizar a los otros que no tienen la suerte de continuar los estudios. A aprender a concernos o al menos intentar comprendernos, seguir a alguien, no por su dinero, su raza o viceversa. Tenemos que evitar repetir los mismos errores del pasado y parar de jugar a los lenguajes políticos que dicen más de lo que hacen.
Así podemos estar seguros que en el futuro nuestros hijos o nuestros nietos no mirarán a alguien por lo que lleva y habremos conseguido nuestra apuesta: "un pueblo, una igualdad de oportunidades".


Abubacri N'gayde

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