24 dic 2008

UNA SOCIEDAD, UNA CAPITAL, PERO DOS MUNDOS DIFERENTES

Siempre cuando contemplo la situación en la que vive una gran parte de la sociedad mauritana siento mucho dolor porque hay muchas diferencias sociales entre dos tipos de personas, entre dos tipos de vidas, entre dos mundos diferentes.
Si tomamos Nuakchot como ejemplo de este contraste, descubrimos que la mayoría de los habitantes vive en una situación miserabilísima, como el caso de la gazra (zonas periféricas), en las que no hay agua potable, no hay electricidad (aunque tienen sólo necesidad de luz porque no tienen televisor ni radio ni nada de esto). Otro problema es la enseñanza porque la mayoría de los padres son analfabetos y no tienen el deseo de enseñar a sus hijos. Además no hay escuelas suficientes y la metodología está atrasada. Muchas veces viven en chabolas de madera con las que no se pueden proteger del calor ni del frío. Todo este conjunto de problemas pone a estos habitantes en un estado de la inestabilidad, de pobreza, de inseguridad y de desesperación.
En cambio, si miramos al otro lado de la capital, vemos casas y hoteles grandes, calles largas, coches modernos: un mundo completamente diferente, formado por la minoría de los habitantes mauritanos, como ex ministros, directores generales que han robado el dinero del estado y lo ponen en los bancos internacionales, viajan mucho al extranjero porque tienen mucho dinero, inscriben a sus hijos en institutos y universidades extranjeros. Controlan el mercado, las estaciones de gasolina, las agencias para vender coches... Su vida se asocia al extranjero, imitan a occidente en muchas cosas y olvidan totalmente a sus hermanos pobres. Algunos ayudan a los pobres pero son pocos.
Para acabar quiero destacar que nosotros somos musulmanes y nuestra religión nos invita a la cooperación, entonces el rico tiene que ayudar al pobre, el culto enseña al analfabeto y nosotros todos enunciamos la justicia como un principio esencial para la vida y la coexistencia. También reconocemos que somos todos iguales delante del derecho, no hay diferencia en el color ni el origen para que enseñemos a nuestros hijos en el porvenir que la materia no es objetivo en ella misma sino es un medio por el cual realizamos nuestro bienestar sin olvidar que tenemos una religión, unas costumbres, unas tradiciones morales que nos orientan.

Chekhna Fah Ali

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